CULTURA
17 de febrero de 2024
Hallaron las inscripciones más antiguas de Sudamérica en Neuquén
Investigadores del Conicet hicieron un hallazgo arqueológico que permite comprender como hicieron los antepasados para enfrentar las adversidades climáticas del desierto patagónico.
El arte rupestre fue una de las claves para la supervivencia humana al enfrentar las condiciones climáticas adversas del desierto patagónico en el Holoceno medio, según se desprendió de una investigación internacional que encabezaron arqueólogos del Conicet en La Cueva Huenul, en el norte de la provincia de Neuquén, donde hallaron las inscripciones más antiguas de Sudamérica con más de 8.000 años.
La investigación publicada en la revista Science Advances evidenció que ese refugio funcionó como punto de encuentro para al menos 130 generaciones que fueron dejando inscripciones con hasta 3.000 años de diferencia y desempeñaron un rol clave en la construcción de resiliencia humana en un contexto de cambio climático.
"Ese período fue un desafío para las sociedades humanas de muchas regiones de Sudamérica y el arte rupestre pudo haber sido parte de la estrategia para sobrevivir. Tenía el rol de conservar la información y transmitirla a las generaciones futuras. En ese momento había una demografía muy baja y estar en contacto podía hacer la diferencia entre la supervivencia o no de una sociedad", explicó Ramiro Barberena, investigador independiente del Conicet en el Instituto Interdisciplinario de Ciencias Básicas (ICB, CONICET).
Hace 8.200 años hubo un período de extrema aridez en la Patagonia, que impactó sensiblemente en la disponibilidad de algunos recursos clave para los grupos de cazadores recolectores de la región, como el agua, la vegetación y la fauna, explicó el estudio.
"Hay escenas de personas tomadas de la mano, de animales como choiques, algunas imágenes de personas con algún tipo de adorno en la cabeza que no sabemos exactamente qué es y otras que tienen forma abstracta como si fuera un peine", comentó Barberena sobre las imágenes en la cueva que datan desde 8.200 años hasta la más cercana al presente que tienen 5.000 años.
"Color e imagen son elementos que vehiculizan la comunicación de información en múltiples escalas espaciales y temporales. Hoy es una obviedad, pero en ese momento era difícil encontrarse, había poca gente, entonces determinados lugares eran vitales para la interacción de las poblaciones", aseguró Barberena.
"Esta distancia de tres mil años entre una imagen y otra, teniendo en cuenta que las pinturas ilustran un mismo motivo casi sin variantes visuales y con las mismas técnicas, indica la intencionalidad de sostener en el tiempo, generación tras generación, esta práctica particular de pintado", explicó Guadalupe Romero Villanueva, becaria posdoctoral del Conicet en el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL) y primera autora del trabajo.
Fuente: Télam